miércoles, 3 de junio de 2015

Si una vez me destrozaste parece más un sueño que algo que viví...

Llegaste como un suspiro, fue verte y saber que eras tú, que ya no querría conocer a nadie más porque desde el primer minuto estaba segura de que tus manos iban a ser las que me recorrieran la espalda, la puerta de tu casa sería la que estuviera siempre abierta para mí y viceversa... Fuiste mi pérdida de aliento durante 18 segundos, el tiempo justo para no perder el equilibrio y caerme de bruces ante ti y no parecerte la chica patosa y torpe que soy en realidad. Te acercaste como si sólo yo pudiera hacerte respirar (aunque quizá eso solo era un reflejo de lo que tú significaste para mí). Y sin embargo, parece que la vida una vez más quiso reírse de mí. Porque te llevó. Tal y como llegaste, te fuiste. Y contigo se fueron también mis suspiros, mi aliento y mi aire. Me quedé con ganas de pedirte que fueras el amor de mis vidas (de todas las que vayamos a vivir), se quedaron dentro de mí tantos besos que te hubiera dado, tantas caricias que nuestra cama hubiera aguantado, tantos mordisquitos que mi clavícula te hubiera pedido...  Pero de nuevo me quedé yo, sin ti, sin poder hacer nada mientras te veía desvanecerte. Ya se me hace difícil hasta sonreír si no eres tú quien me da los buenos días, si no son tus ojos los que, despacio, me recorren de las palmas de las manos a las plantas de los pies.... Ya se me hace imposible pensar que alguien más pueda amarme como tú lo hiciste, con tanta delicadeza por miedo a no romperme... Ojalá hubieras sabido antes que al irte serías tú quien me destrozara...

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