miércoles, 23 de marzo de 2016

No recuerdes todo lo que no te di.



"Juraría que cada vez que abro las ventanas tu olor entra de lleno en el salón. 
Estoy completamente segura de que cuando las puertas de mi casa se cierran es porque tienen miedo de que entres."

No sé si fue al verte o si tardé días en darme cuenta de que eras con quien quería compartir cada día, pero recuerdo perfectamente que la primera vez que me sonreíste elegí tu mano para que acompañara a la mía en cada despertar, y tu espalda para agarrarme, y a ti para verme soñar. Que eso de que tus lunares son las coordenadas de la más brillante de las estrellas y de que tu columna es el mejor sitio para sobrevivir a un incendio creo que lo aprendieron cuando yo les hablé de ti. Que las almohadas son cosa de dos y los besos debajo de las sábanas ayudan a dormir lo leyeron en un cuento que yo escribí. También oyeron que la vida está escrita a carcajadas y a cientos de cervezas acompañando nuestras caricias, y que la muerte es ese lugar en el que te llamo y no apareces. 
Si algo he aprendido es que no soportaría un huracán como tú de nuevo en mi vida; me costó mucho deshacerme de los restos, y aún quedan escombros. Te asomas de vez en cuando en forma de tormenta de verano y a mí esos días me da por llorar y ponerme abrigo. 
Qué tendría mi vida contigo que se acostumbró a tu sonrisa, a tus ojos y a los cálidos abrazos que sin ti eran todo hielo. 
Qué tendrías tú que acostumbraste a mi vida a pedirte de vuelta cada noche... 


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